Ciberterapias...¿Funcionan?
Las tecnologías permiten
ofrecer una serie de servicios de apoyo a la psicología como son las
plataformas de información a una población concreta de afectados o de
profesionales, programas autoaplicados para ciertos síntomas o trastornos como
puede ser la ansiedad ante los exámenes, posibilidad de un seguimiento del
paciente más continuo y cercano mediante correo electrónico, llegar al usuario
ofreciéndole mayor información a través de blogs, newsletter, redes sociales,
etc. En este artículo, dentro de las tecnologías ofrecidas, queremos centrarnos
en las videoconferencias. La terapia a distancia vía online mediante algún
tipo de software que permita comunicación de texto, voz y video a tiempo real.
¿Es útil? ¿Funciona realizar terapia psicológica por este medio?
Puesto que en la gran mayoría
de las sesiones en terapia psicológica no es necesario el contacto físico con
el paciente, a excepción de algunas terapias como el EMDR o la hipnosis que en
ciertos momentos es más conveniente encontrarnos en la misma habitación, el
resto de terapias no suelen requerir encontrarnos presentes para poder llevar a
cabo la sesión terapéutica. De ahí, que se plantee la opción de realizar esta
misma sesión pero desde la comodidad del hogar para el paciente.
Dentro de los estudios
realizados al respecto encontramos varios de ellos que destacan aspectos
puntuales del uso de la videoconferencia en psicología. Como son por ejemplo,
el uso o no uso de la cámara en una video-llamada. Diferentes estudios apuntan
que aunque al encender la cámara se disminuye la comodidad durante la sesión,
es cierto que mantener la cámara encendida aumenta la profundidad de la conversión durante la terapia (Del Moral
& Villalustre 2005). Otros estudios demuestran que la ansiedad inicial ante
las TICS para usuarios inexpertos disminuye en los primeros minutos de una
sesión (Shepherd et al., 2006)
Uno
de los elementos principales a tener en cuenta en la eficacia o no de una
ciberterapia es el hardware utilizado y la velocidad de conexión. Es necesario
conocer de antemano los recursos disponibles con el objetivo de definir
claramente un procedimiento de actuación según la situación a la que nos
vayamos a enfrentar. Son varios los
estudios que demuestran resultados positivos y alentadores en el uso de la
videoconferencia.
Klein & Richards (2001), utilizaron la videoconferencia
para desarrollar una terapia cognitivo conductual con personas que padecían
desorden de pánico y agorafobia. Obtuvieron como resultado mejoras
clínicas con respecto a la
sintomatología además de obtener un buen vínculo terapeuta-paciente tras la
primera sesión.
Otro de los estudios publicados en 2006 testearon la eficacia de una intervención desarrollada íntegramente mediante videoconferencia a personas que se encontraban en medios rurales. Obtuvieron diferencias descriptivas en depresión, soledad, estrés y autoeficacia mejorando la autoestima, el empoderamiento y el apoyo social de los participantes.
Al
realizar una revisión de estudios relacionados con las ciberterapias, Barak et
al. (2008), concluyen que las ciberterapias y los tratamientos tradicionales
alcanzan unos efectos similares. Los estudios basados en más de 9000
usuarios no indican diferencias de efectividad entre ambas modalidades de
tratamientos: presencial y online. Por lo que podemos concluir que existe una
buena base para la adopción de intervención psicológicas online.
En
general, nos encontramos que la terapia por videoconferencia es un camino aún en vías de desarrollo. El profesional de
la psicología debe valorar de ante mano tanto las características del paciente,
de la situación a trabajar en terapia y de los recursos disponibles (propios como
a nivel tecnológico) para ser capaz de trabajar y compensar con un tipo de
tecnología u otra la situación que se presente.