La capacidad de estar Solo, La gran paradoja
Nuestra sociedad actual nos lleva cada vez
más a un estado de poder sobrevivir en soledad, la familia que era el eje de la
sociedad se ha remplazado por la sobrevivencia consigo mismo, convivencia con
otros sin mayor compromiso emocional, moral o económico. Por un lado los sobrevivientes de la individualidad proclaman
“yo puedo solo”, “la mujer no necesita de un hombre para tener un hijos”, “la
vida de soltero se vuelve cada vez más interesante”, pero en la otra cara de la
moneda los que están ante el miedo del derrumbe
piden en auxilio “ven a rescatarme”.
La presencia, ausencia, el involucramiento
y la exclusión se ponen en juego en cualquier relación con un otro. Si bien, la
capacidad de estar solo parece implicar
la usencia del resto, la presencia de uno, la potencialidad, lo cierto es que
para este texto se ha pensado en quien ha planteado éste concepto como un
criterio importante de la salud mental. Es Winnicott, Psicoanalista Inglés
reconocido por su trabajo con niños quien propone una gran reflexión sobre dicho fenómeno, pero sobre
todo en su teorización marcará la gran paradoja frente a la capacidad de estar
solo, un camino al que hay que llegar, que en palabras pone en juego la
inclusión, la exclusión, el ser, el estar. Pero, ¿qué esconden las palabras?, ¿cuál
será el sentido de dicha capacidad e incapacidad?, ¿cuál es el camino?, ¿dónde
comienza y cuándo termina?.
Como en el origen, no se parte de la nada,
el bebé no está solo, el bebé o la
criatura está en relación con el entorno, de hecho puede Ser gracias a la
madre-medio ambiente. La madre obviamente cumplirá un rol muy importante en su
cuidado y desarrollo. Ella o la función materna podrá satisfacer las necesidades
básicas de su hijo de acuerdo a sus características psicológicas y al ambiente
en que ella misma se encuentre. Esta
primera relación parece dual, pero realmente la tercerización de las relaciones
siempre está, el padre en un primer momento está sosteniendo a la madre y la
madre identificándose con su bebé tramitara las diferentes experiencias de su
hijo que le permitirán o no la unificación de un self, un sí mismo.
“Yo estoy solo” involucra una aparición de
parte del niño de la continua existencia de la madre, quien digna de confianza
hace posible que el pequeño esté solo y disfrute el desarrollo durante un
periodo limitado en su presencia física o simbólica. Esta es la gran paradoja,
se trata de una experiencia de estar solo en presencia de alguien y que sin una
cantidad suficiente de esta experiencia no puede desarrollarse la capacidad de
estar solo.
En una experiencia terapéutica con un niño
él reclama la presencia del terapeuta, de hecho ya estando en presencia, el
niño pide que no se aleje tanto, que repita sus juegos, sus dichos, pide que se
vea lo mismo que él ve y en edad propicia para responder a su higienización,
relama que alguien le limpie. Claramente uno de los motivos por las que se pide
el proceso terapéutico es por su “incapacidad de estar solo”. Acá no solamente
se trata de estar solo, es “no estar” en presencia.
Por una parte el crecimiento lleva al
individuo hacia una independencia, por otra,
ésta independencia solo puede ser alcanzada por una buena dependencia.
No se trata entonces de estar solo, se trata de una capacidad que va en
desarrollo, se trata de lo que pasa ahí con el otro, consigo mismo. Poder
llegar a estar solo sin sentir un desgarro, un vacío, un desazón, un
desinterés, no es una capacidad, la verdadera capacidad solo se adquiere cuando
el individuo ha tenido la oportunidad de
una crianza lo bastante buena como para poseer la creencia de que existe un
medio ambiente benigno y esta creencia se construye a través de la repetición
de gratificaciones instintivas satisfactorias.
Así que se trata de “estar”, casi como de
“ser”, de un ser libre y flexible, quien con un yo equilibrado pueda responder
a las demandas del entorno sin trastornase. La seguridad, espontaneidad,
creatividad se podrá adquirir ante la interiorización de un sostén, un lugar
seguro de sí mismo que pueda leer un mundo más tranquilo, quien sin perder la
visión del peligro no esté en la alerta del riesgo.
Winnicott en esta teoría propone que
únicamente cuando el niño está solo (es decir, en presencia de alguien) puede
descubrir su propia vida personal. La alternativa patológica es una vida falsa
construida con reacciones hacía estímulos externos, en este sentido el niño
puede no integrase, agitarse, hallarse en un estado en el que no hay orientación,
ser capaz de existir durante un tiempo sin reaccionar ante impulsos externos pero sobre todo no existir existiendo.
Escrito por: Lic en Psicología. Ximena Guerrero
Maestranda en Psicopatología y Salud Mental
Instituto Universitario de Salud Menta de APdeBA